Wednesday, 13 July 2016

No lo sé todo, cagontal (y café, café de Rodrigombia)

^^





Las Autoridades Sanitarias advierten que este post puede producir sobredosis de asteriscos.





Me cuesta más que una serie de 50 abdominales reconocerlo, pero no, no  lo sé *todo*. Y no, tampoco he hecho nunca 50 abdominales (ni seguidas ni en toda mi -corta- vida). De hecho *creo* que tengo abdominales, pero sólo es una de esas *creencias limitantes*, si me dijeran que tengo un zeppelin, también me lo creería a pies juntillas. Y no, tampoco necesito un prólogo (hoy).

Hoy voy directa al grano, como los azucarillos de Café TC3.

Vaya usted al grano


¿Existe realmente *ese* ser al que no puedes ver, al que no puedes llegar, al que no puedes tocar ni apenas percibir, ni oler (hmmm...), ni catar, ni herir, ni amar del todo, al menos mientras vivas?

Sí, existe, con patas y pies. Y con nuca y torso y yo qué sé cuántos órganos, pianos, trompetas y fanfarrias. Fijo que hasta tiene sobacos :D

Creo que conozco a Dios.

(Y no, joer, no son las pastillas...)

Pero este Dios al que creo que conozco me duele un poquillo justo en el hueco que dejó la vesícula, porque, como buen Dios (el menda es pelín judeocristiano), sólamente me manda de cuando en cuando una ristra de manda-mientos (¿mandas o mientes? Decídete, jobar...) cuando menos me lo espero, cuando ya tenía decidido que no existía en absoluto (nunca os pongáis absolutistas...), o cuando ya pensaba desobedecerle del todo, cuando ya no me quedaban ases en la manga, ni ases, ni mangas, ni *bragas*, ni nada, porque zeppelines los justos.

Éste no te escribe una Biblia, ni siquiera te responde a un emilio cualquiera.

Y si lo hace, desearías ser musulmana, o pastafariana, o de otro planeta. Porque te putea, y le/te mola, y lo sabe(s).


César llevaba sandalias porque era Julio



¿Veis esa gente diseñada para hacerte pupita y que encima le/te mole? Pues qué asco. Y mal rayo *sus* parta. Y ya veremos, ya, quién ríe el último (me río ahora, este ratín, porque el resto de mi vida, lloraré, lo veo claro, porque los muy jodidos tienen ese don...) Y ya veremos, ya (sí, lo veremos, y nos arrepentiremos, pobres *yo* irredentos...) y así nada se arregla, todo sigue *igual*. Sigue, sí, pero mal, como una muela podre, como una gotera. Todo sigue hasta que se infecta, revienta o se te cae encima, mientras tú silbas disimuladamente mirando para otro lado.




:(





En 2012 me enfadé tantísimo por aquella llámalo pequeñez, llámalo chorrada, llámalo la gota que colmó el barril (porque hay que tenerlos de terciopelo *azul* y de diamante *en bruto* para que a *muá* le desborde, para agotarle a *moi* la fuente del buen rollito...), o la paja (je) que rompió la espalda del camello (traducción mocosuena y licencia literaria), que nunca más, hasta hoy, me pidió el cuerpo siquiera acordarme. Pero ¡craso *herror*!, y no fue poniéndole zapatos a la *mula*, ya no me atrevo a calzar pieses que no sean los míos..., craso *herror* de principiante en este caso, ya dije que no lo sabía todo. ¡Beeeeh!

(Redeeming quality) ¿Veis esa gente ante quien no os importa cometer crasos *herrores*? Pues un poco así es la Ley de Dios. No me importa. Como si tuviera chepa (y pastillas) para todos.

No te hiere quien quiere, sino quien puede.

Y sí se puede. ¡Jajaja!

Y ya me jode tener memoria de 2012, porque es un año al que daba por olvidado. Pero no, no lo sé todo. En 2012 aún no sabía que estaba tan jodida que me tendrían que quitar un órgano.


Cuando un cacho de ti te hace tanto daño que te lo tienen que quitar, ¿es o no es para replantearse lo que te hacen los *cachos* que no son *de ti*?




El cirujano lo sabe, sabe que se puede todo. El cirujano es un podemita de puta madre. El cirujano me salvó. Dios no, Dios me da por saco hasta que le dedico un post. Y luego, pues también. Se conoce que Dios y el Hombre del Saco son el mismo ser.

Se puede - sí, se puede - estar mal y estar peor, y pensar que peor no puede uno estar y de repente, descubrir que sí, que se podía, que no habías contado con que te porculizaran *sin* vaselina, pero se puede también - velaí - tó lo que yo predico (en el desierto, a todas luces), que es justo lo contrario. ¡Ja! (Qué des-per-di-cio...)





Que no necesito ni prólogo ni abdominales ni hostias.

Que sólo hace falta querer.

Que querer, dears, es poder.

Pero primero hay que querer.





Primero hay que querer.





Hoy ha salido *Roberto* en mi defensa, a llevarle la contraria a este *diosmíodemivida*. ¡Doble ja!






^^