Monday, 27 October 2008

Incontinencia verbal #1

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A ver, poneos el cajco, que aquí llegan la Nata Montada del Canadá y el Séptimo de Palabrería, y es que tol día explicando el presente continuo a menores, por algún sitio me tenía que salir la locuacidad o parlanchinismo. Os voy a soltar tal rollo que dormiré si cabe más diagonalmente que de costumbre. Y luego, lentejas.


Porque ya, ya, un resumen se cuenta en un pispás (jojojo!), pero tardé diecisietemil años en hacer el scan online, investigar el nombre del bicho (de foro a foro y tiro porque me toca), entrarme el miedo escénico cuando me enteré, borrar manualmente los virus normales (tras no encontrarlos, extrañarme, configurar los criterios de búsqueda para que mostrara archivos ocultos, encontrarlos por fin, y eliminarlos con un click y un profundo "muajaja..."), formatear mi disco pequeño, descargar la demo, instalarla, reboot, análisis, a la mitad del análisis, el troyano que intenta bloquear mi ataque ruso y nuevo reboot (por cierto, tengo en mi haber un ex amorín llamado Hache que me hizo tanta pupa que a partir de ahora a tolos troyanos los pienso llamar así, y a los tíos analizarlos con el Kaspersky), y por fin, nuevo scan y empieza a aullar el bicho, fue como un infierno dantesco, venga a saltar las alertas y yo venga a *deletear*, qué gusto, qué placer, qué *expasmo*, parecía una espada láser, diossss... (ahí fue donde me dije: "Mecachis ya, me lo compro, te lo digo..." y pienso hacerlo antes de arrepentirme, que al fin y al cabo por 30 leuros merece más la pena andar fina y segura que envenenar el hígado - yo siempre que pienso en hacer un gasto extra lo mido en cerves, tipo: pues prefiero un móvil nuevo antes que salir un día de cena y de copas, total, 50 euros, para todo lo demás Master Card... - ) Total que tardé toda la noche. Luego se conectó el canadiense, que claro, al vivir al otro lado del océano pues está en otra franja horaria, y claro, se lo tuve que contar de pura emoción y encima en inglés... y luego él me contó su operación de muela del juicio y volví a pensar: "Jobar, qué pequeño es el mundo, o bien, qué grandes son las muelas del juicio, que por todas partes sobran"... total que, ganada la guerra de Troya, me retiré diagonalmente a mi convencional colchón no tinto cuando ya alboreaba... Dormí cuatro horas y di seis clases. A la salida, tuve una alegría muy tonta que ya puestos, os cuento, y así ladrillo que os ahorro en el futuro, si es que hay futuro y no dejáis de ajuntarme después de hoy. Resulta que mientras yo claseaba, inauguraron el nuevo puente que une el barrio donde curro con *casi* el barrio donde vivo, y me ahorra 10 minutos de los antiguos 30. Así que he estrenado el puente con música en las orejas y al otro lado Estambul. Y ahora se me acaba de antojar instalar el Ubuntu en el hd viejo (ya que está recién formateado...), y probablemente me pondré toa cabezona hasta que consiga conectarme a internet desde él y forearlo a los cuatro vientos vanidosamente hablando, y mientras, tenía pensado también escribir unos cuantos emilios a mis primos y people, que hace ya tiempo que no tienen noticias de Hes (esto no es uno de ellos, esto es simple y llana incontinencia verbal, como su propio nombre indica...) y otros tantos versos, que no tenga queja mi Whitman, así que me temo que de nuevo veré salir el sol.

Pero sarna con gusto no pica.

Salvo si las sábanas son de fibra de vidrio, entonces sí.

Toste rollo quicir que me gusta mucho hacer cosas. Si no haces cosas no haces nada. Cualquier cosa vale, aunque sea humilde. Ya sé que sacar un troyano no es para tanto, pero jobar, me hizo tanta ilu hacerlo yo solita... Lo del radiador fue que en mi casa, al ser una planta baja, las paredes de la cara norte se joden bastante, y al segundo año de vivir aquí, el trozo donde estaba el radiador de la sala empezó a desintegrarse, y el radiador amenazaba (sin palabras) con caerse, destrozarme un pie o una baldosa y llevarse consigo media pared... Yo, claro, acojonaíta, tol verano mirándolo y temiéndome lo peor. Era una chavalaca de 26 años, jobar. Pero un día (ya en septiembre, al pensar en los fríos venideros...) me dije: "Hum!" Y vacié el sistema de calefacción, con una llave inglaterra quité el radiador (pesa un huevo y la mitad de otro, pero precavidamente, lo posé sobre un gran trapo viejo y tirando del trapo, lo arrastré hasta el jardín, donde aproveché para pasarle el estropajo y una manita de pintura). Luego me monté en mi *roja* bici, el Terror de Compostilla, y me fui a Hijos de Casimiro González, donde compré nuevos ganchos para el radiador. El patán del mostrador me quería vender unos que no eran, pero yo sabiamente había llevado los viejos en la mochila, y se los saqué como el que saca un conejo de una chistera, y ya me vendió los buenos. De ahí volví para Vacun, rasqué y aspiré la pared, y comprobé que tenía cemento, escayola y pintura, pero no arena, así que, no corta, pero sí perezosa *como siempre*, agarré un cubo y me fui unas casas más abajo, a un chalecito que estaba en obras. Robé un caldero de arena (todo esto a las 6 de la tarde, con diurnidad y sin disimulo) y luego hice el cemento (mezclado a ojo) y raseé la pared lo mejor que pude, que no fue mucho pero sí suficiente. Luego, al cabo de un par de días, pinté poncima y dejé secar. Y por fin, la operación más delicada, calcular dónde iban los ganchos y taladrar los pertinentes agujeros... Con un taladro que me había dejado mi padre en herencia, probablemente heredado a su vez de su tatarabuelo, y una broca del 12 que mi amable vecino Luis me quiso prestar (incluso se ofreció a ayudarme, pero ahí ya me negué... había llegado demasiado lejos y no le permitiría al vecino llevarse los laureles...) hice los agujeros, metí los tacos, atornillé los ganchos, coloqué el radiador (eso lo hice con toda la fuerza que mis bracines de pollo lograron reunir, ayudada por una pila de Cosmopolitans viejas - ASTERISCO-...), llené el circuito de agua, encendí la Boni y...

... GANÉ!!! Jobar, ni la pared se derrumbó ante mis ojos (o pieses), ni dejó de funcionar el radiador... y me sentí capaz de todo, me hizo una ilu... (((Por eso aprovecho y lo cuento siempre que puedo, porque me recuerda que a veces no, pero a veces, querer es poder, y me ayuda a no sentirme tan perdida y tan indefensa. Bueno, no es que me sienta *tan* perdida e indefensa, pero a veces sí, y arreglar paredes y sacar troyanos con el sudor de mi frente me lo quita... ¿soy patética?)))

ASTERISCO: Tengo dos gustos que nadie que me conoce se acaba de explicar, porque no me van nada. Yo lo reconozco pero me importa un bledo. Me gusta leer la Cosmopolitan y me gusta Estopa. Qué se le va a hacer, nobody's perfect and I am nobody... Tampoco es que me encanten, vamos. No me compro la Cosmopolitan más que de vez en cuando, o le pido a mi hermana o al catapultero que me manden la británica y así aprendo new English - expresiones como PMS no se pueden aprender si no es leyendo la Cosmopolitan... - y tampoco escucho a Estopa más que cuando limpio la casa, en fin, misterios... Todo el mundo se queda sorprendido de que me gusten esas dos cosas, no sé, debo ofrecer una imagen anticosmopolita y noestopera, pero bueno, luego por otros lados estoy llena de muchos otros topicazos y muchas otras peculiaridades, así que supongo que no importa.

Las hormigas.

Me mudé un martes hace años. Al lunes siguiente, llegué a casa por la noche y encendí la luz de la cocina. Fue... horrible. Toda la cocina estaba llena de hormigas. Llena. Todo. Las paredes, los suelos, salían de debajo de la puerta del patio y entraban también por no sé dónde de la cocina (luego lo descubrí, la rejilla de ventilación). Primero flipé, después me dio un telele. Llamé a mi madre, llame a Pableras (mi amorín de aquellas), les grité a los dos (como si ellos pudieran hacer algo y/o fueran responsables), juré por mis muelas que vendía la casa, amenacé con coger un taxi y presentarme en sus casas a vivir... en fin, perdí los papeles totalmente. Lloré y todo. Del susto, supongo, de la impresión. Qué boba. Pero luego me sorbí los mocos (que es como termina hasta el llanto *más* sublime) y de repente me vino a la cabeza Angus MacGyver. Sin más dilación pero con guantes de goma y pisando hormigas, agarré el azucarero (que era por así decirlo el epicentro...), lo saqué al jardín y lo dejé en el suelo bien lejos. Luego, agarré la aspiradora y fue igualito, igualito que lo del troyano, con "Muajaja" incluido, imaginad, Compostilla, julio de 2002, una joven perdida, indefensa y con chancletas, guantes de goma rosas y aspiradora en mano arrasa una colonia de hormigas y las erradica hasta su extinción, con fumigación de aspiradora y de chancletas incluida... En fin. Después de ducharme, ya diagonal y horizontalmente, pensé: "Si he hecho esto, entonces puedo hacer cualquier cosa, tobillo de gamba *and all*". La adrenalina es lo que tiene, que te sube la vanidad y la tontería. Pero las hormigas y el radiador son ejemplos de que he sobrevivido, y anécdotas que me han convertido en quien soy.


Una charlatana.





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