Friday, 2 June 2017

The *New* Friday Post #19# o a mal tiempo, buena cara



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2017 parece sacado directamente del Antiguo Testamento. Sí, del libro del cabrón de los abrojos. Dice mi Rachel que sólo nos falta una plaga de langostas, espero que al menos sean de Bueu...


Pero hoy vengo a hablar de *mi* libro, por lo que os adelanto que no haré mención a desgracias mundiales, nacionales o locales, ya que con las personales, como dicen en mi pueblo, “no doy abasto”…


Todo comenzó en enero, de la forma menos original que puede comenzar un año.


En enero, despidieron a mi mejor amigo del trabajo. No es una desgracia personal, de hecho no es una desgracia, pero me llevé un disgusto gratuito que no necesitaba para nada. Este blog ha sufrido desde entonces lo que viene siendo la migración anual de las plantas rodadoras. Sí, amigos, sí, *por fin* me he quedado sin palabras (¿o no?).





Ese mismo día tuve un acceso muy idiota de cistitis, y tuve que acudir a urgencias y tomar antibióticos, con el ascazo que me dan ambas cosas.


Alabado sea nuestro amado líder Monurol


Yo había planeado comenzar el año con buen pie, así que tragándome mi disgusto con Omeprazol, al poco tiempo, fui a mi médico de cabecera a plantearle la posibilidad de ir reduciendo un tratamiento que ayudó mucho en su día pero cuya raíz ya creía superada. Le pareció bien y me bajó la dosis. Craso error.


*Asín* es la vida 


Porque en febrero nacimos de nuevo, si lo miras por un lado, o nos dieron tal hostia en el coche que no sé cómo lo contamos, si lo miras por este otro:


¡Catacrocker! 


Y a mi *reducido* tratamiento hubo que añadir analgésicos orales y locales, toda suerte de antiinflamatorios, calor seco, relajantes musculares, fisioterapia a embute y mucha voluntad para seguir poniendo buena cara durante más de un mes, que fue lo que tardé en decidir que ya estaba *casi* recuperada. Craso error.


Rojas, verdes y amarillas


A los pocos días del accidente, me enteré de que uno de mis mejores amigos se había muerto. Así, en crudo y a farrapellejo. Hacía tiempo que no lo veía y no llegué a saber que había enfermado tanto. No quiero hablar de esto, porque no se pasa.


Esto no se pasa



A punto de recuperarme de la parte de las costillas, me corté dos (2) dedos, de la misma mano pero con distinto cuchillo (¡en qué momento se me ocurrió comprar cuchillos buenos!) en menos de 48 horas. De mi histórica torpeza no se puede culpar al Antiguo Testamento (¿o *sí se puede*?) pero como resultado, hubo que añadir puntos de aproximación y antisépticos variados, que tuvieron su relativa utilidad, ya que uno de los cortes dejó cicatriz interna de colágeno, de modo que ya no os puedo tengo que dar el coñazo con la guitarra. Lo que hace una por la paz mundial.


No nací para Arguiñana, ni para Steve Vai


Vamos por mediados de abril. Nada más regresar al andamio con los dos dedos hechos cisco, un catarro antológico me cogió cariño, me duró tres semanas y me regaló faringitis, placas en la garganta, sordera (más) y februsco. Más antibióticos, ¡yupiiiii!


Rojas, verdes y amarillas. Y azules.


Y cuando ya creía que hasta ahí habíamos llegado, ¡zasca! De repente, sin venir a cuento y sin acudir previamente a ningún concierto de thrash metal, me sobrevino (sin beber vino tampoco) lo que viene siendo el *paloscoba* cervical, que en esta ocasión tuvo la gracia (¿divina?) y salero de bajarse del esternocleidomastoideo hasta el trapecio, con toda su mala follá, anulando mi ya de por sí deficiente visión periférica y mis ya de por sí pocas ganas de peinarme. Después del accidente, con el costillar hecho cisco y la sobredosis de analgésicos, lo que menos me molestaba era el cuello, pero ¡no preocuparse! que para eso están las secuelas a medio y largo plazo. Ejem. Espero que a David Vega Aller le cojan unas buenas purgaciones, le salgan unas almorranas de a kilo y le ataque un pie de atleta que le suba hasta la ingle. A tomar por saco mi intención de guardar el botiquín. A tomar por saco eso de mirar a los ojos a personas más altas que yo. A tomar por saco dormir por las noches – o a cualquier hora del día. A tomar por saco beber la mitad inferior de cualquier vaso, lata o botella. A tomar por saco el bono de las piscinas. A tomar por saco Spiderman, entre la faringitis y el cuello, “I’m Batman”. Eso sí, buena cara.


Tu vecino y amigo


Y justo se nos muere la abuelita. Y de esto tampoco quiero hablar porque tampoco se pasa. Esto no se pasa.


(A todo esto, os estoy ahorrando las horas y energía perdidas en papeleos, llamadas telefónicas, visitas presenciales, escaneos de documentos y envíos de emails necesarios para poder cursar la correspondiente reclamación de daños y perjuicios derivados del accidente, porque creo que no son tanto desgracias personales sino el resultado de vivir en un país de MIERDA donde dos personas aseguradas y cautas son arrolladas por un todoterreno a 90 km/h un domingo a las cinco de la tarde en un barrio residencial y aun así tienen que remover Roma con Santiago para que les hagan el mínimo caso, mientras David Vega Aller se pasea con su todoterreno con el morro pintado como si tal cosa. El cáncer es GILIPOLLAS).



Finales de abril. Remite el catarro barra faringitis. Las placas ya casi no se ven. Llega una ola de frío que dura 72 horas y caigo víctima de la misma (Thank you, global warming!) para desandar el camino recorrido. Pero no preocuparse. Que justo para el fin de semana tenemos una nueva cistitis en curso. Cabezonamente, me negué a ir al médico. Craso error. Las cistitis no mejoran por su cuenta, por más litros (3) de agua que bebas al día. Llegado el momento en que o bien me quedaba a vivir en el WC o me meaba en el autobús (porque desde febrero no tenemos coche), opté por lo segundo y me tomé mis antibióticos. ¡Doble yupiiiii! Y buena cara.


Rojas, verdes y amarillas. Y azules. Y blancas.


Justo a principios de mayo tuve un subidón: Syberia 3, Covenant y el nuevo coche... Pero poco me duró la alegría. Debería haberlo esperado. Pero ¿quién se espera que una gatina preciosa, una princesa felina que apenas tenía un año, criada y cuidada con todo el mimo y amor del mundo, se muera de neumonía de la noche a la mañana y le parta el corazón a la mejor persona del mundo y a todos los que la queremos? Esto tampoco se pasa.


Esto tampoco se pasa


Las cosas buenas les pasan a las personas buenas POR LOS COJONES. Aquí perdí la buena cara y ya no he querido saber más de ella.





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Desde entonces, poca cosa. Otra vez el whiplash, sin haberme recuperado del último. Herpes labial, que no tenía desde 2014. Este martes me picó una avispa, la primera de mi vida, y resulta que soy alérgica, observad:


¿Culo o codo?



Por cierto, al fin hemos tenido noticias de la indemnización por daños: ¡oh, sorpresa! el mínimo posible que no cubre ni las facturas de los medicamentos ni mucho menos las secuelas a medio y largo plazo (de momento, medio, y ahí siguen).


Estoy harta, harta y cansada de ponerle al mal tiempo buena cara. Harta de pastillas, harta de currar a pijo sacao por mí y por *todos mis compañeros*. Harta de estar siempre enferma, lesionada, deprimida y cansada. Harta de no tener respiro ni drogas ilegales.


Quiero hacerme una croqueta en la cama y no volver a salir hasta que todo pase. Ya sé que hay malas rachas, no es la primera ni la peor que he vivido, pero sí sé que, hoy, aquí y ahora, ya no tengo buena cara que poner.


Algún día se me pasará. Pero hoy no es ese día.




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