Saturday, 10 March 2018

Offtopic onírico y al tema

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Offtopic:

Hoy me he despertado con un dolor nuevo, un dolor que nunca había tenido. Un punto muy concreto donde la gente con ciática suele señalar. Me ha dolido toda la noche, en medio de unos sueños surrealistas. Lo gracioso o curioso es que prácticamente nunca recuerdo mis sueños, pero hoy he estado sembrada:

- Mi jefa quería ser formadora (como yo) y me llevaba a una de sus clases para que le enseñara y le diera feedback. Lo hacía muy bien, la verdad, pero unos jefazos que había allí la enviaban fuera y a mí me invitaban a desayunar unos muslos de pavo con patatas (que lo misterioso del sueño era cómo estos señores tan jefazos desayunaban tal cosa en un aula a las 10 de la mañana y todos fumando...)

- Mi amigo Arturo venía a casa en un coche que le habían prestado unos narcos de Bueu. Esto no tendría mucho misterio (ya que acabo de terminar de leer "Fariña") si no fuera porque a) Bueu no sale en "Fariña", y b) mi amigo Arturo ya no viene a casa sino en sueños, cosa que me parte el corazón en mil pedazos y no hay nada que nadie pueda hacer al respecto. Pero c) por suerte, aún viene en sueños y echamos unas risas, porque al final el coche nos lo quedábamos, y era un cochazo :)

- El techo de mi cocina se caía (cosa nada onírica ni sorprendente) y de él caían trozos de carbón que se habían salido de la chimenea. Lo único que pensaba en el sueño era que, al menos, los podría aprovechar para la caldera, ya que eran trozos enteros, y los cogía, pero no me manchaban las manos, y entonces me di cuenta de que llevaba unos guantes de látex que se me habían quedado pegados a la piel, pero tampoco me importó, porque me quedaban muy bien. Ahora va Niles y lo interpreta jungianamente.

- Tenía muchas ganas de hacer pis. Y sentía como un peso en la barriga. Y así era. Phoebe está delgadina la pobre, pero todavía me hace tener pis. Thanks goodness. Ahí me desperté, pero el dinosaurio ya no estaba allí.




Al tema:


No sé muy bien qué contaros, o cómo, o por dónde empezar, ni cómo acabará esta farsa, será el óxido que me tiene carcomidos el blog y mi locuaz naturaleza.

No sé muy bien, pero ahora, ya puestos, prosigo, como si de una procesión se tratase. La procesión va por dentro, pero quién le quita a ella de salir cuando a ella le da la gana.

No sé mucho, es verdad, aunque no lo parezca. Un poco de aquí y de allá, algo de lógica, mucha lectura, varias vidas y kilómetros de documentales. Durante muchos años fui carne de MENSA, pero llega un punto en que la edad y la cultura general embrutecen toda inteligencia y todo entendimiento.

Aquella flacucha de los pelos por doquier, de los amigos por doquier, ¿qué fue de aquella tía? Casi no me acuerdo. Y no la echo de menos, pero por eso, porque no me acuerdo, porque cuando me acuerdo, añoro.

Como cualquier mamífero y cualquier lechuga.

La lechuga por sí sola no vale ni para que le den por culo.

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Hoy me siento (literalmente: acomodo mis posaderas) añorando. Ayer me encontré con varios pretéritos perfectos, en una mañana de subidón y feminismo. Con Came Rangers, ¡qué alegría me dio verlo! Se lo repetí, estúpidamente, varias veces, pero es que es verdad, me dio una alegría preciosa, de las que casi no se encuentran en los calendarios. De esas alegrías salidas de la nada y con ojos verdes y dorados, y estrellitas, cuando menos te lo esperas. Y ya me puso (supongo, ahora, con el paso de las horas) in the mood for morriña, que no hay cosa peor ni más asquerosa. Y al rato, zasca, al más puro estilo seta, pero seta guay, no venenosa sino trufa, se me planta delante mi rubito favorito (que se jodan el resto de rubitos y aparezcan de vez en cuando, no te fastidia los rubitos...) y me dio tanta alegría y tanta pena que estuve toda la tarde rumiando: "¡Qué sorpresa, qué alegría, qué pena! Era mi amigo..." Como si se me hubiera muerto, como si no tuviese SMS gratis... La rutina es la puta muerte. Era mi amigo, pero ahora es como si se hubiera ido a otro planeta (en el que ya estaba, nospornada...) Y al rato, ¡requetezasca! una cita en blanco y negro, sin texto ni personas, de la amiga/hermana que tengo a las afueras, que rebota, rebota y en el culo explota de mi otra amiga/hermana de las afueras, hala, todas como gilipollas a poner fotos en blanco y negro...

Me encontré con más gente potente, con mucha, y muy bien, sí, porque a la gente potente te la encuentras justo ahí, en las manifestaciones, que es donde coincidimos todos, aunque digamos que quedamos para tomar algo, para ponernos al día, luego es que no, que sólo nos vemos por casualidad en medio de una multitud, cuando hace falta quejarse y patalear por algo. (Por algo será que siempre nos quejamos los mismos, y por eso nos vemos en las manis...) Pero estos amorines, por algo será también, se me quedaron clavaícos.

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Tonta no soy. Sé por qué se me quedaron clavaícos. Porque ya va muuuucho tiempo, muuuuchos meses y años que sé (no creo, sé) que ya no me quedan amigos cerca. Que los que ya tenía, están lejos, en las afueras del mundo. Y que los nuevos que fui haciendo se me quedaron también en los suburbios de los alrededores de la mente. Y que por más que apunte "Llamar a tal o  escribir a cual o Skypear a Pascual" no se van a llamar, escribir ni Skypear solos.

Echo de menos tener amigos. Nunca tuve muchos, ni falta que me hizo, pero siempre tuve a mi gente, y Vacun Planet siempre fue punto de encuentro. Ahora no viene nadie, ni yo hago nada tampoco por remediarlo. Muy de vez en cuando, en vacaciones, cuando Tea dice de venir en vez de quedar en otro sitio, me da tanta alegría que se vuelve pena. Y la casa parece una versión decadente del Oviedo decadente de los 80, o del Oporto decadente de los 90. Decadente. Canas. Morriña.

Echo de menos a Tea, la que más. A mis primos, a todos mis rubitos - a ti al que más -, a la pandilla de Elemitas, a Chicho, a Carol, a Yogui, a Arturo (esto no se pasa, sigo sin creerme que el detector de Arturos sólo silbe cuando abro las ventanas, y no vengas tú detrás a llevarnos de excursión a tomar por saco...), a Lou, a Anita, a Nuria, a Bea, incluso a gente de la que me libré con cajas destempladas.

No tengo amigos. Los achaques, las desgracias, el día a día, el trabajo, incluso la familia me dan igual esta noche (será porque, como todavía los conservo, los doy por hecho, ¡craso error!) Y tengo conmigo al amor de mi vida, que me parece un milagro. Pero él tiene amigos, y yo no.

No tengo amigos. Y no escucho música.

Con lo que yo he sido.




Un desierto de arena





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