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Llevaba unos cuantos días queriendo aportar mi humilde obituario, pero la vida real me ha tenido - y me sigue teniendo - entretenidísima. Para qué nos vamos a engañar.
Os cuento. Yo fui fan de Michael desde mi más tierna infancia. Tal vez no la fan namber güan, pero sí una de las cien primeras. De peque me requetechiflaba y, aunque con el tiempo y otras músicas se me fue pasando el crush, incluso fui a verle cuando ya era grandecita y pensaba: "Cachisss, esto tenía que haberlo vivido yo a los doce años..." Hace años que no lo escucho de manera habitual, por lo que podría decirse, metafóricamente hablando, que mi Michael ya llevaba criando malvas una buena temporada antes del jueves.
El día antes de que palmara, se murió definitivamente mi lavadora. ¿Qué tendrá que ver?, os preguntaréis. Pues tiene. Mi lavadora llevaba varios meses dando señales de enfermedad terminal, y yo ya me temía lo peor, de manera que, cuando por fin reventó, pensé: "Bien, puedo ponerme gruñona y malencarada o puedo simplemente lavar la ropa a mano hasta que desfaga este entuerto." Opté por lo segundo. Qué buena onda. Cuando la vida real le sonríe a una, determinados decesos no la tocan. Y siempre nos quedará el pilón.
Llegué el jueves a casa a eso de la una, y leí un correo de una amiga que me decía simplemente: "Se ha muerto Michael." En mi nube hiperrealista, como siempre, pensé: "¿Qué Michael? ¿Schumacher? ¿Douglas? ¿Knight?" Y acto seguido se me encendió la lucecita: JACKSON. Y entonces se demostró que estoy muerta por dentro y que soy una puta sin corazón, porque, sencillamente, no reaccioné. Nada. Cero patatero. Ni siquiera pensé: "¡Qué fuerrrrte!", que es lo mínimo que se suele hacer en estos casos. Ni un hipo, ni una lagrimilla. Niente. Me hice un bocata y me senté a ver "Qué bello es vivir", se necesita ser verme noxento, jojojo! Al día siguiente, después de recibir varios correos más (mis amigos quieren que llore, está claro... ), me decidí a ponerme unos cuantos vídeos, a ver si así. Pero ni por ésas. La discografía completa. Nothing continued to happen. Sólo podía pensar: "Me gusta, este tío es la leche. Qué cojonudo, la madre del cordero..." Pero nada más.
No leí noticias - ni pienso leerlas - al respecto de su enfermedad, muerte, autopsias varias, funeral y demás perigandaina. Sólo sé lo que no he podido evitar que me contasen. No me interesa. No quiero perder el tiempo con cosas que no me aportan absolutamente nada, y que probablemente sólo servirían para hacerme más vieja, pero no más sabia. Lo que ya tenía de Michael - su herencia musical, sus bailoteos, sus "wohoo", su sonrisa - es lo que sigo teniendo, lo que tendremos todos forever and ever, hasta el infinito y más allá. Y eso es todo lo que importa.
Eso y la entrada que, a poco tardar, subastaré en E-Bay para financiar mi nueva lavadora, o parte de ella, dado que no está el siglo como para andarse con romanticismos y boludeces.
Era un crack. ¡Qué demonios! Era EL crack. Mío para siempre que me dé la gana.
(Dentro de quince años, no me cabe la menor duda, una tarde cualquiera de primavera, me quedaré ojiplática perdida mirando al infinito, lo veo venir, y de repente pensaré: "Diossss, se ha muerto Michael..." y se me caerá el mundo encima. Pero hasta entonces, bailaré con los brazos en alto, porque así, es imposible estar triste).
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2 comments:
Con semejante panegírico... lástima que no se hubiera muerto antes!
(ups, qué bestia)
Jojojo!
Bestias somos y en el camino nos encontraremos.
En el camino de Santiago, evidentemente :D
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