La madrugada del 22 de febrero se me murió Phoebe en mis brazos. Se había puesto malina - solo desde el viernes anterior, como solía ella hacer en los últimos años, de vez en cuando, deshidratada y eso - y aunque le puse suero y de todo y el sábado la vio la vet y le puso más cosas, fue empeorando mi bebé, y el martes por la tarde supimos que tenía muy malito el hígado (siento una especie de enfermiza satisfacción de que tuviera los riñones perfectos, porque, durante tantos años, me habían asustado con la enfermedad renal, y también siento un poco de resentimiento, no mucho, por que ninguno de sus vets le hubiese mirado el higado, porque ¿cuánto más habría podido aguantar el sol de mi vida?) Es un poco estúpido, I know, la Reina del Noroeste tenía casi 21 años, y yo ya llevaba mucho tiempo mordiéndome las uñas hasta llegar a los codos pese a su lozana naturaleza... Pero aquel martes por la mañana yo ya supe que no, ya pasé la mañana dándole todos los besos, los mimos y las benzos que podía. Y el martes por la tarde la encontraron muy, muy malina, ya del todo. Y me esperó mi bebé, qué diosa, qué huevos cuadraos, qué cojonazos... Me esperó a que volviera del trabajo, estuvimos las dos en casa, tranquilas, calentitas, abrazadas, varias horas, ¡qué horas más horribles y más tiernas y más preciosas y más horrorosas!, hasta que, en mis brazos, y en su casa, descansó el amor de mi vida, la persona con quien más años, altos y bajos, he vivido, que me ha querido sin condiciones y que me ha enseñado todas las cosas, sobre todo amor, amor del bueno, responsabilidad, cuidado y belleza.
Al principio creí que estaba tranquila y bien (VERDAD, PERO MENTIRA), y tranquila estoy, lo sobrellevé con unos COJONES COMO ARMARIOS EMPOTRAOS, pero bien NI DE COÑA. tengo muchísima pena que parece que no se me va a acabar nunca. He vivido pérdidas, he pasado duelos, pero este dolor y esta ausencia me han terminado. Phoebe tenía casi 21 años. Es un milagro, y así lo vivo, que me haya pasado, que se me haya cruzado en esta otherwise *perra* vida. Ella vino a mí, literalmente, con mesines de vida, con 3 o 4 mesines se me vino a los tobillos, y nunca más nos separamos, y siempre *forever* nos amamos. Cuando lo cuento así, cuando ME lo cuento así, me doy cuenta de que hemos tenido mucha suerte, yeah, right, pero no sé por qué yo tengo que seguir ahora yo sola. En teoría, me siento muy afortunada y agradecida, y ahora sé que nunca me va a tocar la lotería, porque no se puede tener tanta suerte en la misma vida. Pero en la práctica, no sé qué cojones sigue, ni me importa. A los 47 años, el modo autómata ya puede tomar control, y en esas estamos. Nunca me había sentido tan sola.
Phoebe está en casa, en su urna, conmigo, al calor del hogar. Me han hecho una huella que llevaré tatuada, aunque no haga falta. Me da mucho alivio tenerla conmigo. Agradezco a 2023 no haber tenido que enterrarla. Porque entonces me habría enterrado con ella.
Tengo mucha pena, mucha. Con los días, las semanas, me he dado cuenta de que, durante años, pasé mucho miedo inútil por ese momento, y el momento era lo de menos. Lo peor no es lo mucho, muchísimo que la quería. Lo peor no fue el 22 de febrero. Lo peor son todos los demás días del calendario. Yo la sigo queriendo. Lo PUTO PEOR es lo que me quería ELLA A MÍ. Nadie nunca.
Tengo un nudo en la garganta cada minuto que vivo. Los que vivo despierta - a veces pienso en otras cosas pero rápido llega la eficaz puñalada - y los que vivo dormida, que por ¿suerte? son pocos, se vende todo tipo de pesadillas. Pienso mucho en Thanos, y en sus motivos. Pienso también en el egoísmo, y lo envidio muchísimo. Pienso en las huellas neurológicas y me da todavía más pena. Pienso que quiero dejar de pensar, porque nada se gana haciéndolo, pero las alternativas son lamentables. Sabía que sería horrible, pero no sabía que sería TAN horrible. Estoy terminada, y la verdad es que no me importa. No me importa lo más mínimo. Y eso, también, de alguna extraña manera, me da paz.
(Telón).